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Nuestro estilo de vida suele repercutir contra el medio ambiente y su mayor o menor impacto dependerá de nuestra responsabilidad individual.
Calcular la huella ecológica permite reducir el impacto sobre el planeta al concentrar nuestros esfuerzos en las actividades humanas diarias que pueden minimizar la cantidad de gases de efecto invernadero.
En este artículo vamos a contarte qué es la huella ecológica y cómo se calcula, un concepto que se conoce en inglés como ecological footprint.
La huella ecológica, también llamada huella medioambiental, trata de medir el impacto sobre el planeta como consecuencia de las actividades del ser humano. Se puede decir que es la superficie de producción ecológica que hace falta para obtener los recursos que consume un individuo, así como la empleada para absorber los residuos generados.
Por tanto, es un indicador de sostenibilidad utilizado a nivel internacional para medir la repercusión que nuestros hábitos ejercen en el entorno. En el cálculo de la huella ecológica, de lo que hablaremos a continuación, hay que prestar atención a los siguientes aspectos:
Se trata de dos indicadores de sostenibilidad que permiten saber el impacto medioambiental del ser humano para ser conscientes de ello, de forma que podamos actuar a tiempo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y luchar contra el calentamiento global.
De hecho, cada persona puede compensar las emisiones de CO₂ y aportar su grano de arena para actuar en beneficio del clima.
Con objeto de calcular la huella ecológica es posible tener en cuenta dos factores importantes: la biocapacidad que tiene el planeta y la actividad humana, es decir, los recursos que han sido consumidos por el ser humano, así como los desechos generados.
La biocapacidad, por tanto, se refiere a la capacidad que tiene el planeta para generar recursos. En ese sentido, para calcular la huella ecológica tendremos que restar de los recursos que genera el planeta en un año, los recursos consumidos por un individuo. Es importante saber que los resultados de la huella ecológica se miden por hectáreas, de tal modo que si un africano necesita para vivir 2,7 hectáreas, un europeo necesita contar con 4,5.
Tras comprobar los resultados de este cálculo a nivel mundial, podemos comprobar que la capacidad del planeta no es suficiente para atender a todas las necesidades de sus habitantes. Consumimos tantos recursos y generamos tantos residuos que la biocapacidad del planeta es insuficiente y no tiene capacidad para asimilarlos.
Cuando hablamos de falta de espacio biológico para satisfacer las necesidades del ser humano, estamos haciendo referencia al déficit ecológico o deuda ecológica, que no es más que el resultado obtenido tras restar a la biocapacidad de un lugar concreto, su huella ecológica.
Para hacer este cálculo existen diferentes calculadoras que se encuentran a disposición de cualquier usuario. Esas herramientas son totalmente gratuitas y permiten realizar este cálculo de forma sencilla y rápida.
Por lo tanto, reducir el impacto sobre el entorno es algo que nos incumbe a todos. Cada individuo debe actuar bajo su propia responsabilidad para adoptar un estilo de vida más sostenible.
Antes hemos hablado de la huella ecológica europeo medio, cuyos datos son muy similares a la huella ecológica generada por los españoles, que en 2017 dio lugar a 4,0 hectáreas teniendo en cuenta una biocapacidad de 1,2 hectáreas globales.
Esta situación nos ha llevado a colocarnos en el puesto número 20 dentro del ranking de países que ejercen mayor impacto sobre el planeta, es decir, con mayor huella ecológica. Los países que ocupan la primera posición en este listado son Estados Unidos, Rusia y China.
Aparte de los recursos empleados por cada uno de nosotros en nuestros hogares, las actividades que generan más huella ecológica son las siguientes:
Las actividades humanas conllevan una gran cantidad de emisiones de carbono, generando gran parte de la huella ecológica. Pero como ya hemos mencionado, todo individuo puede cambiar su estilo de vida para tratar de reducir su impacto en el planeta.
Pues bien, algunos de los hábitos que pueden contribuir efectivamente a la reducción de emisiones de CO₂ son:
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